Según la revista Environmental Science & Technology cada mes se están usando a nivel mundial 129.000 millones de mascarillas desechables y 65.000 millones de guantes debido al panorama que ha creado la pandemia de la COVID-19.
Pensemos ahora que “solo” el 1% de esas mascarillas no se elimina adecuadamente y acaba en el medio ambiente. Estaríamos dejando un legado en nuestro planeta de 1.290 millones de mascarillas y 650 millones de guantes de un solo uso POR CADA MES que pasa.
¿Cómo afecta esto al medio ambiente y a la fauna y flora silvestre que habita en él?
Empecemos por el medio ambiente: las mascarillas están compuestas por varios tipos de tejidos que contienen plástico. ¿Qué ocurre con dichos plásticos en la naturaleza? Normalmente, mediante un proceso de degradación acaban divididos en millones de partículas conocidos como los microplásticos, uno de los mayores peligros actuales para cualquier forma de vida, ya que funcionan como conductores de metales pesados y sustancias químicas bastante peligrosas en pequeñas cantidades para el cuerpo y, por desgracia, actualmente se encuentran hasta en el agua de bebida normal de cada casa.
En el caso de la fauna y la flora, el impacto visual es mayor, y somos más sensibles a este. En septiembre del año pasado fue encontrado un pingüino de Magallanes muerto en la playa de Juquey, en São Sebastião. Al hacerle la necropsia se descubrió que había engullido una mascarilla N95 con respirador. También se empieza a hablar de que en pocos años encontraremos más mascarillas que medusas en el mar, con el consiguiente problema asociado de enganches o consumo de estas por las especies que habitan las aguas continentales y oceánicas. Y no solo afecta a especies marinas, podemos encontrar ejemplos de aves heridas o fallecidas a causa de enredar su pico, alas o patas en las gomas de dichas mascarillas, así como encontrar durante la necropsia el buche o el estómago repleto de plásticos.
Y nosotros, ¿cómo podemos parar esto?
El primer paso es depositarlas en contenedores o papeleras, ya que si no las arrojamos a la calle o al campo, no llegarán allí por si solas. El 80% de los residuos que acaba en el mar procede de tierra firme, donde con el viento y las lluvias son arrastrados hasta los ríos y desembocan en mares y océanos.
Claro que también podemos usar mascarillas reutilizables y alternativas al plástico, y no de un solo uso (siempre que sigamos las medidas higiénicas recomendadas por los expertos).
Por ahora no está recomendado su reciclaje, ya que pueden contener material biológico contaminado y provocar un riesgo grave para la salud en aquellos que trabajan en las plantas procesadoras de reciclaje.
En resumen, lo más lógico y sencillo que podemos hacer es no tirarlas a la calle (algo de sentido común) y si vemos alguna en el suelo recogerla con la debida precaución y protección.
¡Recuerda, solo tenemos un planeta en el que vivir, y debemos cuidarlo!
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